
En 2012, disputamos la serie ‘B’ y mantuvimos la categoría, pero el logro esperado se dio en 2013, cuando alcanzamos el ascenso a la serie ‘A’ del fútbol ecuatoriano. El debut se realizó en 2014, en el estadio Capwell ante Emelec, partido al que asistí, con el poncho flameando como símbolo de los pueblos indígenas.
En la serie de privilegio, nos mantuvimos tres temporadas consecutivas, pero en 2016 descendimos a la serie B, pese a tener un equipo con apergaminados nombres, la sentencia fue inapelable. Esta experiencia me dejó importantes lecciones, como la de fortalecer las divisiones inferiores y priorizar contrataciones a jóvenes, muchachos que tuvieran sed de triunfo, y en lo posible, evitar jugadores negativos, que al ocaso de sus carreras lideran mañas, más que la decencia.